El rostro humano como fuente de información

Se suele decir que la cara es el espejo del alma, pero en realidad, no es más que una tabla de datos biológicos. La mera contemplación de una cara genera información relevante sobre la edad, el sexo, el estatus y la belleza o atractivo que indican cuál es el tipo de relación o interacción que cabe esperar con esa persona.

Midiendo el tiempo que los niños muy pequeños dedican a mirar imágenes de rostros humanos en comparación con otro tipo de imágenes se ha podido demostrar que niños de menos de cuatro meses prefieren imágenes de rostros humanos a otro tipo de imágenes. Incluso se ha llegado a demostrar que niños de pocas horas son capaces de reconocer el rostro de su madre, reconocimiento medido por el tiempo que el niño dedica a contemplar el rostro de su madre en comparación con el que dedica a mirar otro rostro alternativo.

1. Edad. Si observamos fotografías de bebés nos daremos cuenta que muchas veces resulta difícil diferenciar el sexo. Evidentemente el fenotipo del rostro infantil no facilita distinguir el sexo, seguramente porque el seo fenotípico sólo es biológicamente relevante a partir de la edad reproductiva (a partir de la pubertad). Las características del rostro infantil sirven como estímulos desencadenadores de conductas de protección e inhibidores de reacciones agresivas. Las diferencias entre crías y adultos, en cuanto a la apariencia y proporciones de los diferentes elementos de la cabeza, se mantienen en todo el reino animal, como se ve en esta foto del chimpancé y su cría.

2. Sexo: Con la pubertad, cuando las hormonas comienzan a proliferar en el organismo, el desarrollo anatómico de varones y mujeres empieza a divergir. Las diferencias (en promedio) entre varones y mujeres en cuanto a la morfología del rostro se hacen evidentes: los varones presentan un arco ciliar más pronunciado, ojos más hundidos y cejas más pobladas y próximas a los ojos; la nariz y la boca son más anchas y, sobre todo, la mandíbula inferior es más larga y ancha que la de las mujeres. En la actualidad ya no existe tanta diferencia, pero a lo largo de muchos años de evolución, el tamaño del cuerpo en los varones (en promedio) ha sido mayor al de las mujeres y se ha basado en el ambiente natural donde se seleccionaron las características anatómico-fisiológicas y de comportamiento del hombre actual, la sabana, así como la posible influencia de la selección sexual.

3. Atractivo sexual: puede definirse como el conjunto de características fenotípicas (lo que se visualizan) que, de alguna manera, indican que los genes de un individuo tienen todas las apariencias de ser adecuados para, junto con los propios, promover el éxito reproductivo. La simetría corporal y, especialmente la del rostro, es una característica que correlaciona con el atractivo físico (sexual) de ambos sexos: es al parecer, un indicio fiable de salud y deo buenos genes capaces de proporcionar resistencia inmunológica frente a las infecciones. En el caso de las mujeres hay otros indicio de atractivo sexual asociado a la fertilidad: labios gruesos, mentón más bien pequeño y proporción de 0.7 entre el diámetro de la cintura y el de las caderas.

¿por qué las expresiones faciales con que las manifestamos son universales y se las reconoce en cualquier cultura del planeta?

Las emociones son el resultado de procesos neurobiológicos que se ponen en marcha por la acción de señales, internas o externas, asociadas a situaciones que o bien amenazan o bien promueven el éxito reproductivo. De este manera podemos entender las expresiones de felicidad y e tristeza en los niños desde bien temprano: las primeras son el resultado de estimulaciones que aumentan las perspectivas de supervivencia, mientras que las segundas lo son de situaciones que amenazan esa supervivencia.

¿Por qué se expresan las emociones? ¿Por qué se comunican? En la medida en la que las expectativas de supervivencia (en el caso de niños) y de supervivencia y reproducción (en el caso de adultos), pudieran quedarse para la intimidad de cada sujeto, podrían obviarse estos gestos de alegría o tristeza.

Se puede aceptar, de forma breve que las emociones básicas se reducen a seis: alegría, tristeza, miedo, disgusto y sorpresa. Deberíamos ser capaces de asociar alguna función biológica a la comunicación mediante expresión facial de cada una de ellas. La expresión facial de las emociones señala a los congéneres una predisposición a actuar de una determinada manera o de otra: mientras que un gesto de ira es probable que vaya seguido de una agresión, un gesto de miedo avisa de una intención de escapar; un gesto de disgusto indica rechazo; un gesto de alegría (una sonrisa) es señal inequívoca de interés por intereaccionar y una expresión de tristeza es probable que tenga como objetivo promover la ayuda de los congéneres. Finalmente, la sorpresa es probable que no sea otra cosa que una manera de informar que hay que detener la actividad en curso porque algo nuevo puede exigir atención urgente.

Se puede considerar pues que las expresiones faciales de las emociones actúan como pautas de acción fija por parte de quien las expresa y como estímulos desencadenadores innatos para quien las contempla. De hecho, la sonrisa y la risa son contagiosas; y no digamos el bostezo.

Fuente: Fundamentos biológicos de la conducta. Volumen I. Edit. Sanz y Torres