Apreciados lectores de este blog. Estamos de enhorabuena¡¡¡. A partir de hoy empieza la colaboración de un amigo mío, que con el seudónimo de Abraham Homero, se ha brindado a dejarnos, de vez en cuando, algunos de los relatos que tan bien escribe. Es todo un personaje. Espero que os guste.
Pd. Este blog, no se responsabiliza de los contenidos expuestos en los relatos del Sr. Homero.
Gracias Toni.
DOSIS RECOMENDADA DE PEREZA
El médico lo miró y dijo:
- Una hora de pereza. No abuse de ella.
Le extendió la receta y aquel trozo de papel fue el que le mostró más tarde al jefe de personal. Éste no salía de su asombro y mandó a Martínez que aquella tarde saliera una hora antes de trabajar.
A la mañana siguiente, por la tarde, el jefe de personal lo miró y volvió a dejar marchar a Martínez una hora antes.
- ¿Hasta cuando? –le preguntó antes de que Martínez saliera por la puerta
- Dijo que volviera de aquí a tres meses.
Ése había sido el fármaco recomendado a su problema de estrés.
Días después llegó un niño acompañado de su madre a la consulta. La enfermedad del niño según la madre, era que estaba obsesionado con los videojuegos, especialmente los juegos de gestión virtual y estrategia.
El médico al verlo dijo:
- Este niño tiene los rasgos clásicos del político, voy a recetarle algo de Stevenson. Que apoye el libro en los genitales cuando no lo lea. Así no se volverá un huevón.
De esta manera, por prescripción facultativa se volvió un ávido lector.
Salió la enfermera para llamar a los pacientes. Tras pasar lista, el siguiente paciente dijo:
- Enfermera, dígale al médico que ha llegado el doctor.
- Sí, señor García –contestó con una sonrisa.
- Buenos días, señor García. ¿Cómo está hoy?
- Bien, bastante mejor.
- La semana pasada no lo vi por aquí.
- Es que me encontraba enfermo.
- Entiendo... ¿Lo de siempre entonces?
- Sí, lo de todas las semanas.
- ¿De qué quiere hablar hoy?
- Pues de la posguerra, de lo mal que se vivía entonces y de lo poco que nos acordamos ahora que hay de todo excepto el respeto a los mayores.
- Bueno, pues puede empezar. Pero recuerde, no se exceda de los veinte minutos que hay más pacientes esperando.
- No se preocupe.
Y así fue como el señor García estuvo charlando con su médico el tiempo acordado, sintiéndose agradecido que alguien mostrara interés en su vida y sus conocimientos. En el tiempo que estuvo en la consulta, le relató la vez que cogieron un gato, y lo cocinaron haciéndolo pasar por pollo al resto de comensales, aunque éstos sabían que la restricción de alimentos hacía imposible el hallar pollos de campo, mantuvieron el secreto hasta que los cocineros comenzaron a maullar descaradamente cuando se les preguntó de dónde había salido la carne. También le contó la vez que fue por los campos intentando robar algo con lo que comer y acabó huyendo entre los huertos al ser sorprendido por los labradores. Le explicó éstas y otras anécdotas hasta que el reloj del médico le indicó que su turno había finalizado hasta la semana siguiente.
Aquel día, a primera hora de la tarde llegó a la consulta un conocido político.
- Créame lo que le digo: no estoy enfermo –afirmó tajante una vez hubo tomado asiento.
- Claro, claro. ¿A qué se debe entonces su visita?
- Es cosa de mi familia, cree que necesito una cura por mi profesión, pero yo soy consciente de todo y estoy en mis cabales.
- Eso es lo que dicen aquellos que llevan muchos años en política. Pero no lo nieguen: todos ustedes andan locos de remate.
- Yo no necesito ningún tratamiento, estoy completamente sano.
- ¿Cuántos años lleva metido en política?
- Más de treinta años.
- ¿Tantos? ¿Y nunca fue a un especialista?
- Jamás necesité tal cosa.
- Vaya a contarle eso a un votante. A mí no me engaña. A partir de hoy, ningún mitin, ni campaña electoral, discurso o sesión parlamentaria. Su mal, su gran mal, es un abuso de poder. ¿Usted no comprendió que son simples depositarios del poder del pueblo, que son meros administradores? Claro, ninguno entiende eso. Es más, se me echan a reír cuando se les dice. Pero cumpla el tratamiento o me veré obligado a llamar a los servicios sanitarios.
- Si he venido aquí ha sido porque mi familia piensa que tengo algún trastorno mental, pero yo repito que estoy sano.
- Ése es el primer síntoma: la negación de la enfermedad. Su patología crónica, el exceso de poder; les impide reconocer que sufren de la enfermedad. Abusaron durante muchos años de su posición y por ello está hoy aquí. Usted tiene trastocado su sentido de la realidad: se creen los amos de todo, que pueden ir a cualquier parte y pueden hacer lo que les venga en gana. Eso no es verdad. Todo eso es una falacia, un autoengaño que sufren aquellos que estuvieron muchos años de concejal, parlamentario o senador. Eso es muy malo muy malo. Si no se cura cuanto antes, puede recaer en el mal del dictador, y ya no hay nada que hacer.
Pd. Este blog, no se responsabiliza de los contenidos expuestos en los relatos del Sr. Homero.
Gracias Toni.
DOSIS RECOMENDADA DE PEREZA
El médico lo miró y dijo:
- Una hora de pereza. No abuse de ella.
Le extendió la receta y aquel trozo de papel fue el que le mostró más tarde al jefe de personal. Éste no salía de su asombro y mandó a Martínez que aquella tarde saliera una hora antes de trabajar.
A la mañana siguiente, por la tarde, el jefe de personal lo miró y volvió a dejar marchar a Martínez una hora antes.
- ¿Hasta cuando? –le preguntó antes de que Martínez saliera por la puerta
- Dijo que volviera de aquí a tres meses.
Ése había sido el fármaco recomendado a su problema de estrés.
Días después llegó un niño acompañado de su madre a la consulta. La enfermedad del niño según la madre, era que estaba obsesionado con los videojuegos, especialmente los juegos de gestión virtual y estrategia.
El médico al verlo dijo:
- Este niño tiene los rasgos clásicos del político, voy a recetarle algo de Stevenson. Que apoye el libro en los genitales cuando no lo lea. Así no se volverá un huevón.
De esta manera, por prescripción facultativa se volvió un ávido lector.
Salió la enfermera para llamar a los pacientes. Tras pasar lista, el siguiente paciente dijo:
- Enfermera, dígale al médico que ha llegado el doctor.
- Sí, señor García –contestó con una sonrisa.
- Buenos días, señor García. ¿Cómo está hoy?
- Bien, bastante mejor.
- La semana pasada no lo vi por aquí.
- Es que me encontraba enfermo.
- Entiendo... ¿Lo de siempre entonces?
- Sí, lo de todas las semanas.
- ¿De qué quiere hablar hoy?
- Pues de la posguerra, de lo mal que se vivía entonces y de lo poco que nos acordamos ahora que hay de todo excepto el respeto a los mayores.
- Bueno, pues puede empezar. Pero recuerde, no se exceda de los veinte minutos que hay más pacientes esperando.
- No se preocupe.
Y así fue como el señor García estuvo charlando con su médico el tiempo acordado, sintiéndose agradecido que alguien mostrara interés en su vida y sus conocimientos. En el tiempo que estuvo en la consulta, le relató la vez que cogieron un gato, y lo cocinaron haciéndolo pasar por pollo al resto de comensales, aunque éstos sabían que la restricción de alimentos hacía imposible el hallar pollos de campo, mantuvieron el secreto hasta que los cocineros comenzaron a maullar descaradamente cuando se les preguntó de dónde había salido la carne. También le contó la vez que fue por los campos intentando robar algo con lo que comer y acabó huyendo entre los huertos al ser sorprendido por los labradores. Le explicó éstas y otras anécdotas hasta que el reloj del médico le indicó que su turno había finalizado hasta la semana siguiente.
Aquel día, a primera hora de la tarde llegó a la consulta un conocido político.
- Créame lo que le digo: no estoy enfermo –afirmó tajante una vez hubo tomado asiento.
- Claro, claro. ¿A qué se debe entonces su visita?
- Es cosa de mi familia, cree que necesito una cura por mi profesión, pero yo soy consciente de todo y estoy en mis cabales.
- Eso es lo que dicen aquellos que llevan muchos años en política. Pero no lo nieguen: todos ustedes andan locos de remate.
- Yo no necesito ningún tratamiento, estoy completamente sano.
- ¿Cuántos años lleva metido en política?
- Más de treinta años.
- ¿Tantos? ¿Y nunca fue a un especialista?
- Jamás necesité tal cosa.
- Vaya a contarle eso a un votante. A mí no me engaña. A partir de hoy, ningún mitin, ni campaña electoral, discurso o sesión parlamentaria. Su mal, su gran mal, es un abuso de poder. ¿Usted no comprendió que son simples depositarios del poder del pueblo, que son meros administradores? Claro, ninguno entiende eso. Es más, se me echan a reír cuando se les dice. Pero cumpla el tratamiento o me veré obligado a llamar a los servicios sanitarios.
- Si he venido aquí ha sido porque mi familia piensa que tengo algún trastorno mental, pero yo repito que estoy sano.
- Ése es el primer síntoma: la negación de la enfermedad. Su patología crónica, el exceso de poder; les impide reconocer que sufren de la enfermedad. Abusaron durante muchos años de su posición y por ello está hoy aquí. Usted tiene trastocado su sentido de la realidad: se creen los amos de todo, que pueden ir a cualquier parte y pueden hacer lo que les venga en gana. Eso no es verdad. Todo eso es una falacia, un autoengaño que sufren aquellos que estuvieron muchos años de concejal, parlamentario o senador. Eso es muy malo muy malo. Si no se cura cuanto antes, puede recaer en el mal del dictador, y ya no hay nada que hacer.
Desde hace unos años, se incluyó la política reiterativa como enfermedad mental.
El médico lo hizo tumbarse en la camilla y le tomó la presión y el pulso.
- ¿Usted alguna vez se ha sentido superior a los demás?
- Sí, en ocasiones.
- ¿Ha gritado o proclamado cosas como: por fin tengo el poder, soy el puto amo, etcétera, etcétera?
- Solamente al ganar unos comicios.
- ¿Ha tenido alucinaciones o delirios de grandeza?
- Bueno, quien más quien menos, en alguna ocasión sí me he sentido importante.
- ¿Lo ve? Está fatal. Si en tres meses no mejora, tendré que ordenar que le ingresen.
- ¡Pero si pronto serán las elecciones autonómicas!
- Tiene que alejarse cuanto antes de la militancia política.
- ¡Está usted loco si pretende que voy a hacer eso! ¡El partido regional no podría avanzar sin mí!
- ¿Lo ve como tengo razón? Mire, le voy a recetar lo único que funciona en tales casos. Durante tres meses, no va a poder decidir ninguna actividad, tarea o situación sin autorización de su familia. Y de cara a las elecciones: Voto en blanco. ¡SIGUIENTE!
La enfermera dio paso a un hombrecillo tembloroso.
- Buenos tardes, doctor.
- Hola, buenas tardes. ¿Cómo se encuentra hoy? ¿le va mejor el nuevo tratamiento de ansiolíticos?
- Sí, doctor. Pero no se trata de eso.
- ¿Y de qué entonces? Pero tome asiento, haga el favor.
El hombrecillo retiró la silla, y con lentitud se posó en ella.
- Verá doctor, yo; aunque sea humilde, mi trabajo me da para pagar mis facturas; pero todos los días enciendo mi televisor y veo guerras, matanzas, sufrimiento por enfermedades, gente que no tiene donde vivir, y por el contrario, otras que ostentan tanto de su riqueza que cuando acaba el telediario todo eso hace que me sienta fatal conmigo mismo. ¿Cuál es mi dolencia doctor? ¿Cree que podrá curarme?
El médico reflexionó un instante. Luego dijo:
- Habrá que sedarle de la realidad. Empezaremos por doblarle la medicación.
- Sí, en ocasiones.
- ¿Ha gritado o proclamado cosas como: por fin tengo el poder, soy el puto amo, etcétera, etcétera?
- Solamente al ganar unos comicios.
- ¿Ha tenido alucinaciones o delirios de grandeza?
- Bueno, quien más quien menos, en alguna ocasión sí me he sentido importante.
- ¿Lo ve? Está fatal. Si en tres meses no mejora, tendré que ordenar que le ingresen.
- ¡Pero si pronto serán las elecciones autonómicas!
- Tiene que alejarse cuanto antes de la militancia política.
- ¡Está usted loco si pretende que voy a hacer eso! ¡El partido regional no podría avanzar sin mí!
- ¿Lo ve como tengo razón? Mire, le voy a recetar lo único que funciona en tales casos. Durante tres meses, no va a poder decidir ninguna actividad, tarea o situación sin autorización de su familia. Y de cara a las elecciones: Voto en blanco. ¡SIGUIENTE!
La enfermera dio paso a un hombrecillo tembloroso.
- Buenos tardes, doctor.
- Hola, buenas tardes. ¿Cómo se encuentra hoy? ¿le va mejor el nuevo tratamiento de ansiolíticos?
- Sí, doctor. Pero no se trata de eso.
- ¿Y de qué entonces? Pero tome asiento, haga el favor.
El hombrecillo retiró la silla, y con lentitud se posó en ella.
- Verá doctor, yo; aunque sea humilde, mi trabajo me da para pagar mis facturas; pero todos los días enciendo mi televisor y veo guerras, matanzas, sufrimiento por enfermedades, gente que no tiene donde vivir, y por el contrario, otras que ostentan tanto de su riqueza que cuando acaba el telediario todo eso hace que me sienta fatal conmigo mismo. ¿Cuál es mi dolencia doctor? ¿Cree que podrá curarme?
El médico reflexionó un instante. Luego dijo:
- Habrá que sedarle de la realidad. Empezaremos por doblarle la medicación.
20 comentarios:
Demoledor! Magnifico!
Felicita al autor
Se las trasladaré de tu parte Amio. Me algro que te haya gustado.
Yo quiero un doctor como ese!!!!pero ya!!!!que me doble la medicación!!!!jajaja
Buenisimo
Felicidades a los dos
Isa
¡Hola Moises! encantada de que te pasaras por mi blog sin importar el camino que hasta aquí te trajo... y yo he llegado hasta el tuyo ésta tarde y no será la última vez... En efecto estoy pasando unos días en Calpe, es por ello que hice la foto desde mi terraza de atrás ¡que maravilla de vista! ¿verdad?.
Tu post me encantó ¿dónde se puede encontrar un médico como ese?...
Un besote
Muy bueno... ya que hubiera más doctores como ese repartidos por este país... si no por el mundo.
Bravo por el nuevo ayudante, Sr. Homero.
Saludetes.
jajajaj Isa,,, a qué sí??? yo también quiero un médico como ese...saludos y feliz día.
Hola Brujita, bienvenida a este blog. Menuda ventolera ayer en Calpe eh¡¡¡ jejejejej ya lo conocerás.. Respecto al médico creo que va a tener mucho trabajo con nosotros,,jajajajajaj. saludos y gracias por pasarte. Te espero más veces...
jajaja Alundra, ya verés como el Sr Homero nos hace pasar buenos ratos. Es un lujo tenerlo en este blog. Saludos y feliz día.
toc toc oiga doctor yo queria pedir cita, adolezco de falta de creatividad, mi cerebro esta en off :)
Oye Moises, si que va a tener trabajo este doctor, jesus jesus!!!
Buenisimo, chapeau, enhorabuena, un maestro de las teclas (no digo de la pluma que igual se entiende mal, y del boligrafo queda un poco obsoleto no? jajaja)transmiteselo de mi parte :)
Bicos
Pues a mi me gusta más considerarlo maestro de las plumas. Es que las teclas son muy frías, no?
Pos bienvenido, le seguiremos con interes como en esta. Buen fichaje.
Saludos
jajajaj Merce,, ponte a la cola que todos estamos igual,, quermos cita¡¡¡ jajajjaja. Yo, como dice Moisés prefiero maestro de las teclas, lo otro queda ya un poco no se,,jajjajaj
trasmitido queda, aunque nos leera. Me ha dicho esta mañana que se pasaría por aquí...
Moisés saludos. Estoy contigo, las teclas son muy frías, y últimamente más....se me está haciendo el invierno de largo¡¡¡¡
Opaito, sí que es un buen fichaje. Seguro que nos esperan buenos momentos con él. saludos y feliz día
Un poco largo para mi gusto pero interesante.
Simplemente genial, felicita a tú amigo de mi parte, jejejejee¡¡
Por cierto algo que nadie ha dicho, ese médico lo quiero yo también, jajajajaja¡¡¡;))
UN BESOOO ENORMEEEEE¡¡¡
Me ha encantado, espero la siguiente historia!!
Hola Logio. Para mi también. Estuve tentado de hacer tres partes y ponerlo por entregas, pero al final pensé que su autor lo quería como estaba....saludos
Hola Mamen. Lo felicitaré de tu parte. Ponte a la cola¡¡¡¡ jajajajaj... besos..
HOla Duncan. Yo también espero la siguiente historia. Espero que no se demore mucho. saludos.
¿Último, por favor?
Mire, ¿usted no podría hacerme el favor de cederme el sitio? Es que realmente estoy muy pero que muy necesitada. Y es que este doctor tiene tan buena fama, me lo ha recomendado taaaaaantaaa geeeeeeeente. Se lo ruego.
¡Vaya fichaje!, Moisés. Me encanta tu alter ego "expendedor de buen humor". ¿Para cuándo la poesía?
Turno también, por favor, para felicitar al autor.
Moisés, soy yo otra vez. Y es por otro tema, pero es que tengo que decírtelo aquí:
Es un honor para mí que hayas puesto mi eguzki-lore en tu "puerta". Ojalá te proteja de todo mal.
Es el primero que veo fuera de mi blog. Eres un "torero", Moisés. Definitivamente, te has ganado mi corazón.
jejejejeje Anderea no te coles,,,este doctor nos ha enganchado a todos por su buena filosofía..jajajajaj
¿la poesía? uffff,,, pánico le tengo,,jajajajaj.
El honor es mío tener tan buena gente visitando este blog, y tu una de ellas. Además, tb es un honor ser el primero en colgar el eguzki-lore. Esperemos que nos protega a todos los que visitan esta casa también. Un besazo y feliz finde...
Vaya, veo que les ha gustado mi doctor. Es una lástima que no trabaje para la seguridad social.
Bueno Moi, ya te iré mandando más cosillas, aunque como te dije, estoy intentando terminar todo lo que tengo a medias, (especialmente las botellas de whisky) que es mucho. XD
Un saludo, IG.
Hombre¡¡¡ A. Homero, estaba esperando tu comentario. Como ves, la repercusión de tu relato ha sido muy buena, así que no te hagas mucho esperar...y ya sabes...la censura hace cortes eh¡¡¡ jejejeje. saludos amigo y feliz finde..
jajaaajaa me gustó en especial el caso del político
¡qué doctor!
ojalá existieran más así, tan preocupados por sus pacientes, ofreciéndoles tratamientos tan personalizados!
un besico Moisés!
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