miércoles, 14 de octubre de 2009

Relatos de Abraham Homero (VII)




El domocida


En su afán enciclopédico por catalogar todos los tipos de enfermos mentales, los psicólogos describieron a su última víctima: el domocida.

¿Alguna vez perdieron los estribos al intentar programar el video? ¿se sintieron irritados al intentar pasar las imágenes de su videocámara de formato MOV a formato MPEG en su DVD pero su ordenador consideraba no computable la operación? ¿Alguna vez tuvieron ansias asesinas al ser incapaces de poner en hora el reloj de su horno tras una pérdida de corriente? Si ha contestado afirmativamente a alguna de estas preguntas, usted no es un torpe con los electrodomésticos; ¡¡usted es un DOMOCIDA!!

El domocida es un ser apacible pero inestable, de costumbres tranquilas que, ante un problema tecnológico, pierde esa paciencia propia del Homo pacificus y entra psicológicamente en un estado de involución mental hasta llegar al troglodita, al hombre de las cavernas, al Homo destructor; cuyos descendientes actuales han llegado por línea paterna a los sillones presidenciales de naciones y reinos tras largas deliberaciones con territorios a medio civilizar.

Leyendo la prensa diaria, los titulares de las noticias no dejan lugar a dudas, un brote de domocidas invade el país:

"Crimen en Media Markt: Disparó contra 12 lavadoras, siete hornos, dos frigoríficos y toda la sección de cámaras digitales".

"El asesino de Ono: Un tipo armado hasta los dientes atenta contra nueve tiendas de la compañía de telefonía y comunicaciones Ono. Una vez arrestado, declaró hacerlo por el nefasto servicio de postventa".

En una investigación reciente del tema, se ha descubierto que en la antigüedad ya se dieron los primeros casos, y se considera históricamente que los primeros grupos domocidas como tales surgieron en Inglaterra, durante la revolución industrial, aunque ya se tenía constancia de domocidas anteriores ilustres; como Leonardo Da Vinci, en donde actuales estudios demuestran que no son ciertas las observaciones que decían que era distraído e incapaz de concentrarse en una sola tarea, sino que se desesperaba al no poder hacer funcionar sus máquinas; o incluso los griegos, que incapaces de fabricar algo decente en sus moradas, exponían sus ideas sin llevarlas a la práctica, y ridiculizaban a todo aquel que pudiera ponerles en evidencia por medio de sus invenciones.

Las acciones de los domocidas se han producido a lo largo de los siglos; desde la quema de la biblioteca de Alejandría por parte de aquellos que eran incapaces de entender los manuales de uso de los relojes solares, hasta el destructor del mecanismo de Antiquitera, que hundió el barco que lo transportaba.

Se han descrito varios tipos de domocidas; aquellos que son completos, como Marx y Engels, especialmente éste último, pues los problemas derivados al dirigir la fábrica de su padre capitalista le irritaron tanto que se dejó llevar a los brazos del comunismo; y aquellos que son mixtos; en donde el Homo pacificus pugna con el H. destructor en una larga batalla mental, como fue el caso de Edison, tras más de mil fallos en la fabricación de su bombilla, u Oppenheimer, que dejó Los Álamos como el suelo lunar para conseguir la bomba atómica. Sabemos que Oppenheimer era un domocida mixto porque de haber sido completo a estas alturas la paz mundial ya habría sido una realidad.

Incluso en la literatura y el cine los autores se han hecho eco de esta enfermedad, sobre todo en la comedia y la ciencia-ficción. Desde Tiempos Modernos hasta la censurada Los hermanos Marx en el Hipermercado. ¿Quién no recuerda a Dave desmantelando la memoria de Hal 9000, el superordenador de 2001: Odisea en el espacio? ¿A Harrison Ford liquidando replicantes en Blade Runner? ¿O a Sarah Connor intentando acabar con un TX-1000? ¿Acaso eran unos héroes o simples maniáticos, desdeñosos de la tecnología robótica? Eso es algo que sus autores nunca nos desvelaron. Quizá ese aspecto de sus personajes diga mucho más acerca de sus autores que mil interpretaciones de sus vidas.

Además, algunos entendidos en la materia han descrito casos de domocidas según su sexo. El Psicoanalista tecnológico Pedro Suárez, en su libro; Danger: men at home? Ilustra casos reales de hombres al borde del divorcio por su incapacidad de realizar las típicas chapuzas de la casa, pues, como el autor indica en su prólogo; ¿Acaso algún hombre supo entender correctamente cómo usar una lavadora?

Un aspecto que ha preocupado siempre a los expertos ha sido el diagnóstico. ¿Cómo identificar (de forma eficaz) a un domocida?

Pero antes hemos de saber qué es exactamente un domocida. La palabra domocida la acuñó el periodista Michael Watt en su reportaje acerca de las devoluciones en las grandes cadenas de tiendas. Previamente ya hemos apuntado algunas ideas sin concretar en exceso. La última versión del Oxford English Dictionary nos dice que es una “persona cuya capacidad de uso de aquellos utensilios o herramientas de cierta complejidad es limitada. Persona fácilmente encolerizable ante la incomprensión de ciertos artefactos con resultado de rotura”.

Pese a que Redfford & Clied establecen el método de las sesenta y cuatro roturas, la forma clásica de identificación ha consistido en tres sencillos tests:

- El cubo Rubick. Consiste en cronometrar el tiempo que tarda el individuo desde que comienza a ordenarlo, hasta que desiste en su intento. Se toma especial interés en los brotes de ira ante su incapacidad.

- El manual de una calculadora científica. Al individuo se le pide realizar un cálculo concreto con la máquina y tiene como apoyo el manual. Como en el anterior, se mide tiempo y reacción.

-El empleo de un GPS sin actualizar por los alrededores de Madrid. Éste es a priori el más sencillo y el que mejor resultado da. Consiste en acompañar al individuo en un viaje nunca antes realizado por las carreteras de la capital en hora punta hasta una determinada dirección. Tiene como apoyo el GPS. Advertencia: se recomienda tener contratado seguro médico para la realización de la prueba.

Los expertos en psiquiatría, una vez identificada la enfermedad acordaron en la Cumbre de Brujas del 83 la búsqueda de posibles remedios. Tras muchos años de tratamientos poco eficaces casi inútiles, en la última conferencia sobre el tema en Viena, llegaron a la conclusión que era mejor aprender a convivir con el problema que intentar erradicarlo, solución que aplaudieron múltiples expertos, entre ellos las cadenas de tiendas Miró, Tien 21 y Media Markt.

El paciente tiene que apreciar el valor de cada uno de los aparatos para ver su utilidad”, fue una de las conclusiones de los catedráticos de Viena. No obstante a estas conclusiones, se siguen aplicando algunos de los tratamientos como el del conocido doctor Tull y su terapia de aversión domótica (véase Homo Vs Machine) o Wendy Larsson y su Domo Mathetronika. En general, la terapia suele ser alejar al paciente de la fuente de irritación, y progresivamente exponiéndola a los diferentes electrodomésticos.

Según nos recomiendan insignes profesionales del ámbito como Balay, HP o Electrolux en sus catálogos publicitarios: “El objetivo de las terapias es revertir el proceso del domocidio, para que el enfermo perciba el sonido de su aspiradora como un zumbido normal, y no como algo maquiavélico; para que vea a su ordenador como un aparato en quien confiar y sin capacidad de rebelión, y al microondas como algo inofensivo donde calentar la leche. Porque lo que ofrecen estos productos, es tranquilidad y comodidad”.

Si usted se siente identificado con el artículo en cuestión y tiene interés en conocer más sobre el tema, envíenos un e-mail con el número de serie de 24 cifras de su electrodoméstico problema a: domocida@serviciotécnico.es o llame al 902-000-123 y siga las instrucciones de nuestro servicio de atención informatizado.


A. Homero
Psiquiatra oportunista

6 comentarios:

Amio Cajander dijo...

No se si alguna vez alguien leerá este comentario... porque cada vez que lo mando publicar el muy *** me da error o me cambia la palabrita de seguridad...

mecagüen la dsaklhi eok,lj narg,mam arrggghas!!

maria teresa dijo...

Interesantísimo el artículo. Creo que voy a desarrollar esta enfermedad por culpa de un DVD grabador...es imposible, he tomado hasta apuntes cuando ha venido el técnico a casa, y nunca sé si lo voy a saber hacer. No sé si hace falta una licenciatura específica para entender ese manual de instrucciones que por si sólo es capaz de causar una lesión, de lo gordo que és...¡Con la ilusión que me hacía a mi grabar mis programas preferidos! Añoro el video...y mucho.

Anónimo dijo...

¡Ja, ja, ja, ja...!
¡Joé! ¡Pero qué buena entrada, Abraham, Moisés! Aún me estoy riendo. ¿De dónde demontre sacáis estas ideas tan fantásticas? ¡Aplausos, aplausos!

Con eterno agradecimiento,

Domicida Reprimida.

Moisés P. dijo...

Amigo Amio.... eres un domocida del bloguismo....jajajajaja
A mi me ocurre algo parecido en el baul de josete. Mira que me encanta ese blog, pero cada vez que entro, se me cierra el explorer....tengo que quitar hasta el correo y abrir solo esa página... Saludos

Hola Maria Teresa...yo aún me defiendo con los dvds y otros aparatos eléctricos...pero con los montajes de muebles de ikea y similares,,, me pierdo...jejejej. Saludos

jajajaja me alegro que te haya gustado Anderea...este Abraham siempre nos sorprende¡¡¡¡ a mi también me encantó...jajajajaa. Besos guapetona¡¡¡

Mary Lovecraft dijo...

Ay Moisés, Homero me puede! y más con esa firma suya XDDD

un beso grande, te deseo que tengas muy buen inicio de semana!!

:****

Merce dijo...

Ostras!!! yo creo que tengo algun caso en la familia...

:P

Son las....